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Absolutismo: ¿cómo era este tipo de gobierno y cuáles sus características?

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Un gobierno regido por alguien que era visto casi como una entidad divina, con poderes ilimitados. Esto parece algo distante de la realidad actual de las naciones. Sin embargo, así quedó marcado el absolutismo en Europa durante la Edad Moderna.

En el absolutismo, todas las dimensiones del poder están monopolizadas por la figura del monarca. Este régimen fue característico en Europa entre los siglos XVI y XVIII y tuvo repercusiones políticas, económicas y sociales para el resto del mundo.

En este texto, ¡Politize! te explicará exactamente cómo surgió y qué fue el absolutismo, explicando su funcionamiento y características. ¿Vamos allá?

¿Qué es el absolutismo?

El absolutismo es una forma de gobierno marcada por la concentración total del poder y adoptada ampliamente en Europa, principalmente en la Edad Moderna. Caracterizado por el poder concentrado en manos de un monarca o soberano, el absolutismo se fundamentaba en la idea de que el rey era el representante directo de Dios.

Esto legitimaba la autoridad absoluta del monarca sobre el Estado y toda la sociedad. De esta forma, en este régimen político, el rey representaba y detentaba el poder político, económico y social de manera ilimitada. Su palabra era ley y sus acciones no podían ser cuestionadas.

En este sentido, se puede decir que en las monarquías absolutistas el poder de los reyes era único, indivisible, inalienable y pleno. Es decir, era un poder que no podía ser controlado por otras fuerzas políticas o instituciones. Básicamente, el monarca no formaba parte del Estado, él era el propio Estado.

Este sistema tuvo gran influencia en el desarrollo político, económico y social de las naciones europeas durante el periodo moderno. De hecho, también tuvo impacto en otras naciones del mundo debido al sistema colonialista e imperialista implementado por las potencias europeas de la época.

Contexto histórico: ¿cómo surgió el absolutismo?

Durante gran parte de la Edad Media (476 – 1453), el dominio político, militar, económico y social estaba fragmentado. En este periodo, los llamados sistemas feudales eran dominantes y consistían en la posesión de tierras por parte de los señores feudales, quienes contaban con ejércitos propios y cobraban impuestos.

Los señores feudales respondían a los monarcas de la época mediante un sistema de vasallaje, prestando cierta sujeción y obediencia. Sin embargo, el poder del monarca era claramente limitado. Otra institución con gran poder e influencia en el periodo medieval era la Iglesia Católica, que también tenía capacidad de control sobre la sociedad.

Sin embargo, ya a finales de la Edad Media, con la formación del Estado moderno y el declive del feudalismo, hubo una expansión del comercio, el crecimiento de las ciudades y cambios que fomentaron una mayor centralización del poder.

Uno de los principales factores fue el surgimiento de la clase burguesa. La burguesía pasó a consolidarse como una importante clase social, con gran poder económico y dueña de bienes y capitales. Para esta nueva clase, había el interés de una mayor concentración política y económica, dado que la divergencia de impuestos y monedas no era beneficiosa para sus negocios.

Así, los monarcas aprovecharon las transformaciones económicas y políticas en curso para fortalecer su autoridad. Otro factor que también tuvo impacto en el surgimiento del absolutismo fue la relativa decadencia de la Iglesia Católica, que comenzó a cuestionar sus morales y costumbres.

Imagen de Luís XIV en el Palacio de Versalles con la nobleza
Representación de Luís XIV en el Palacio de Versalles. Imagen: Reprodución Guia de lo Estudiante.

Uno de los eventos responsables de esto fue la Reforma Protestante. Al cuestionar la supremacía de la Iglesia Católica, la reforma contribuyó a que los monarcas asumieran un mayor control sobre los asuntos religiosos en la sociedad. Con esto, los reyes también pasaron a tener mayor influencia en cuestiones culturales.

De esta forma, la acumulación de poder que los monarcas europeos fueron obteniendo resultó en el régimen absolutista, donde los Estados-naciones formados tenían sus propias monedas, ejércitos, impuestos y leyes.

Características del absolutismo

El absolutismo se basa en principios que refuerzan el poder del monarca y justifican su autoridad. Algunas características principales incluyen:

  • Concentración del poder: El rey tenía autoridad total sobre las decisiones políticas, económicas y sociales, sin depender de otras instituciones o fuerzas políticas.
  • Legitimidad divina: La teoría del derecho divino de los reyes defendía que la autoridad del monarca era concedida directamente por Dios. Así, sus decisiones y acciones no podían ser cuestionadas.
  • Control centralizado: El Estado, su administración y sus mecanismos, como los ejércitos y sistemas tributarios y legislativos, estaban controlados directamente por el rey.
  • Mercantilismo: El sistema económico basado en la acumulación de riquezas (especialmente metales preciosos), en el comercio y en el fortalecimiento de las economías nacionales fue crucial para sostener el absolutismo.
  • Ejércitos: Los monarcas mantenían fuerzas armadas profesionales, que garantizaban el orden interno y protegían sus intereses externos.

Ejemplos de regímenes absolutistas europeos

Luis XIV en Francia

El rey Luis XIV de Francia fue uno de los ejemplos más emblemáticos del absolutismo en Europa. Conocido como “Rey Sol”, Luis XIV gobernó Francia como soberano desde los cinco años de edad. Su reinado, que duró de 1643 a 1715, estuvo marcado por la centralización extrema del poder y el control absoluto del Estado.

Su poder era tal que el monarca quedó conocido por su famosa frase “L’État c’est moi”, que significa “El Estado soy yo”. Es decir, su autoridad era máxima y su comando incontestable.

Luis XIV fue responsable de construir el Palacio de Versalles, transformándolo en símbolo de su autoridad y control sobre la nobleza. Además, implementó políticas y reformas que consolidaron el Estado centralizado en Francia.

Enrique VIII en Inglaterra

Enrique VIII fue una figura importante en el absolutismo inglés. Durante su reinado (1509-1547), rompió con la Iglesia Católica y fundó la Iglesia Anglicana, asumiendo el control total sobre las cuestiones religiosas en Inglaterra.

Este rompimiento ocurrió porque Enrique VIII quería anular su matrimonio, algo inconcebible para el catolicismo. De esta forma, la concentración de poder fue un hito en su reinado, resultando en una transformación del Estado inglés. Además, Enrique VIII también estableció el fortalecimiento militar y reformas económicas que consolidaron su autoridad monárquica.

Federico II en Prusia

Federico Roger de Hohenstaufen, conocido como Federico II, el Grande, gobernó Prusia entre 1740 y 1786. La mayor parte de la región que conformaba Prusia hoy corresponde a lo que es Alemania.

El reinado de Federico II fue uno de los más destacados de la época, promoviendo reformas administrativas, educativas y legales. El absolutismo de Federico también consolidó a Prusia como una potencia militar europea, usando su autoridad centralizada para modernizar el ejército y expandir los territorios del reino.

El mercantilismo y el absolutismo

Uno de los aspectos que contribuyó a la ascensión y consolidación del régimen absolutista fue el sistema económico implementado. Este sistema económico fue posteriormente denominado mercantilismo. El mercantilismo se basaba en la idea de que la riqueza de una nación dependía de la acumulación de metales preciosos.

Imagen de un mapa y monedas de oro representando el mercantilismo y el absolutismo
La acumulación de metales preciosos y el comercio son características del mercantilismo.

Una de las características de este sistema era la fuerte intervención estatal en la economía. Esto porque el monarca tomaba las decisiones económicas sobre la gestión de los recursos y el comercio, con el fin de ampliar el poder y la riqueza de su gobierno.

En este sentido, las prácticas proteccionistas eran comunes en esta época, implementándose impuestos sobre productos importados, así como un fomento a las manufacturas nacionales.

Los monarcas utilizaban los recursos generados por el comercio para financiar ejércitos, construir palacios y mantener el orden interno, por ejemplo. De esta forma, otra característica de la economía durante el absolutismo fue el colonialismo.

Para fortalecer la riqueza de las naciones y acumular más metales preciosos, se explotaban tierras coloniales por parte de los absolutistas. De esta forma, los metales preciosos y las materias primas valiosas eran extraídas de las colonias y enviadas a las potencias europeas, que lo hacían utilizando mano de obra esclava.

El fin del absolutismo

A pesar de su fuerza y concentración de poder, el absolutismo comenzó a declinar a partir de finales del siglo XVIII. Esto ocurrió principalmente debido al ascenso de nuevas ideas políticas y sociales, especialmente las ideas ilustradas.

El iluminismo fue un movimiento cultural y filosófico que ganó fuerza en Europa entre los siglos XVII y XVIII. La visión iluminista enaltecía la razón en lugar del pensamiento religioso y defendía la descentralización del poder. Es decir, sus ideas eran contrarias a la existencia de monarcas absolutos que centralizaban el dominio político en sus manos.

Estas ideas abrieron el camino para diversas revueltas y revoluciones en este periodo. La más emblemática fue la Revolución Francesa, en 1789, que derribó el absolutismo francés e instauró el modelo republicano de gobierno.

Otros eventos también tuvieron impacto para la caída del absolutismo, como la Revolución Industrial y el liberalismo económico. Con el gran avance de la producción industrial y el aumento en el flujo comercial, la sociedad, especialmente la burguesía, no veía con buenos ojos la fuerte intervención estatal en las relaciones económicas.

Así, el liberalismo ganó fuerza al promover la libertad comercial, defendiendo la libre competencia y la ampliación de las libertades individuales. Este conjunto de factores hizo que hubiera un deseo de mayor participación política por parte de la sociedad, que comenzó a presionar a los monarcas. Así, a lo largo del siglo XIX, las monarquías absolutistas fueron perdiendo poder y entrando en decadencia.

Absolutismo vs República y la defensa de los valores democráticos

A lo largo de la historia, el absolutismo desempeñó un papel importante en la formación de los Estados modernos europeos. Sin embargo, representaba la máxima concentración de poder en manos de una única figura, excluyendo a gran parte de la sociedad del juego político y de los beneficios económicos.

De esta forma, este régimen fue superado por sistemas más inclusivos y democráticos, que se ajustaron a las demandas de las sociedades en transformación. Con esto, el modelo republicano de gobierno ganó fuerza, por ejemplo, por valorar los intereses del pueblo y descentralizar el poder.

Así, con la consolidación de la República, el concepto de ciudadanía salió a la luz, al igual que el bienestar social y la participación de la población en el proceso político. Por encima de todo, estos son valores democráticos que deben ser fortalecidos, ya que fueron conquistados después de mucho esfuerzo a lo largo de la historia.

Entonces, entender lo que fue el absolutismo no solo nos ayuda a comprender el pasado, sino también nos ofrece grandes lecciones sobre la importancia de defender los derechos, las libertades y los principios que antes eran totalmente negados a la población.

Referencias

RIVERA, Marroquin. El Absolutismo. Contexto económico, social, político y cultural. Monografía. Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, 63f, 2021. 

CAMPOS, Wellington. O Absolutismo e a formação dos Estados Nacionais. História, imagem e narrativas, nº 8, 2009. 

Mundo Educação – Absolutismo

Historia do Mundo – Absolutismo

Historia National Geographic – Federico el Grande, el Rey que assombró a Europa

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Conteúdo escrito por:

Eduardo de Rê, de 28 años, es licenciado y magíster en Relaciones Internacionales por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), trabajando en investigaciones en las áreas de política internacional y seguridad internacional, siendo miembro del Grupo de Investigación en Estudios Estratégicos y Política Internacional Contemporánea (GEPPIC) desde 2018. Su monografía fue premiada al final de su carrera, obteniendo el segundo lugar en el Premio Santos Dumont de 2021, otorgado por el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Educación de Brasil. Durante dos años trabajó como redactor y coordinador de contenidos en Civicus, una empresa asociada a Politize!, donde fue responsable de la construcción y elaboración de proyectos con temáticas sociales, de ciudadanía y derechos humanos. Actualmente, es asesor internacional en Politize!

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