El 9 de abril de 1948 fue un día significativo en la historia colombiana. Gracias al asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán, se desataron diversas consecuencias políticas y sociales, como La Violencia.
La historiadora brasileña Annelise Carvalho (2017) destaca que esta revuelta solo se dio de esta manera porque existían, a priori, tensiones políticas y sociales que afectaban al país. El caso se extendió por largos 11 años y tiene repercusiones visibles hasta hoy.
Una historia colombiana turbulenta
Antes de profundizar en este caso, es necesario dar algunos pasos atrás. La historia colombiana está marcada por conflictos políticos muy polarizados, y este escenario no había cambiado en la época de La Violencia.
Desde el siglo XIX, la historia de Colombia ha estado marcada por guerras, incluida la conocida como la Guerra de los Mil Días. A mediados de 1800, ocurrieron cuatro guerras civiles nacionales, y parte de sus motivos se debieron a un bipartidismo fuertemente marcado.
A la entrada del siglo XX, el bipartidismo se mantuvo. El Partido Liberal intentaba competir insistentemente contra el Partido Conservador, y esta batalla persistió durante mucho tiempo. Solo después de 50 años el Partido Liberal logró finalmente alcanzar la presidencia del país. Así, el Partido Liberal fue poco a poco ganando un lugar en el corazón de los colombianos.
Pero fue Jorge Gaitán el principal responsable de esta nueva esperanza que nacía en el pueblo colombiano. El líder político comenzó a destacarse desde 1929, cuando denunció un episodio de violencia sufrido por trabajadores en huelga de una multinacional.
Sus banderas siempre fueron claras. Mientras los gobiernos de su partido intentaban una aproximación de conciliación entre las clases, Gaitán alzaba la voz. Después de todo, la población era muy pobre y la desigualdad, como era regla en los países latinoamericanos, era evidente.
Nace un líder
Gaitán nació en 1898. El capricorniano provenía de una familia modesta. Su madre era profesora primaria y su padre tenía afinidades con el Partido Liberal. Gaitán se graduó en Derecho y Ciencias Políticas y continuó su trayectoria académica en Roma. Pero su verdadero auge se dio en la política, cuando volvió a Colombia.
Su primer cargo público fue como diputado en 1928, cuando ya levantaba las banderas del campesinado y de los trabajadores urbanos. No es de extrañar que Gaitán incluso llegó a defender una reforma constitucional que expresaba valores socialistas.
Por tener estas ideas, muchos lo veían como radical, y eso no fue una carga fácil de llevar. Al mismo tiempo que Gaitán alcanzaba éxito con concepciones transformadoras del mundo, sufría rupturas dentro de su propio partido. Los periódicos colombianos de tendencia más conservadora tampoco eran benevolentes con él.
A pesar de eso, nada detuvo al popular Gaitán. En 1948, el líder liberal organizó la Manifestación del Silencio. La manifestación fue una marcha pacífica contra la violencia política que aún atormentaba al país. El evento reunió a unas doscientas mil personas que caminaron en silencio y escucharon el discurso del líder, llamado Oración por la paz.
“Señor Presidente Mariano Ospina Pérez Bajo, el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra Excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria”, suplicó Gaitán, dirigiéndose al entonces presidente Mariano Pérez.
Se pierde la esperanza
Sin embargo, dos meses después del conmovedor discurso de Gaitán, llegó una sorpresa. En el centro de Bogotá, el 9 de abril de 1948, tres disparos impactaron a Gaitán en el pecho. Su asesino, Juan Rosa Serra, era un admirador fanático de su víctima. Fue perseguido y muerto de inmediato por la multitud.
Así nació el Bogotazo, precursor de La Violencia. La primera reacción popular fue completamente espontánea. Durante tres días, hubo depredaciones, invasiones y saqueos a edificios públicos y privados, en una especie de brote de violencia colectiva. Solo entonces, los grupos gaitanistas tomaron las riendas de la situación, especialmente a través de la radio. Así, otras regiones del país fueron informadas sobre la muerte de Gaitán e incitaron otros episodios de violencia.
Fue esta la forma que encontró el pueblo para expresar sus sentimientos de indignación y descontento. Faltaba poco para que Gaitán pudiera asumir la presidencia del país en las elecciones de 1950. Su asesinato representó solo la última gota que colmó el vaso de lo que ya se venía acumulando en el pueblo colombiano.
Con el poder de influir en el imaginario social, periódicos colombianos de tendencia conservadora como El Tiempo, El Siglo y El Espectador fueron, en cierta medida, responsabilizados por el pueblo por la muerte de Gaitán. Después de todo, estos periódicos fomentaban sentimientos negativos hacia Gaitán, desprestigiando su imagen. Por eso, durante las revueltas populares, sus sedes fueron incendiadas y vandalizadas.
Tras el episodio inicial, se encontraron en los periódicos diversos titulares con la intención de calmar a la población con la idea de que la situación estaba controlada. Sin embargo, el gobierno de Mariano Ospina Pérez inició un proceso para identificar y arrestar a los ciudadanos que tuvieran participación en el caso. Así comenzó un intenso período de persecución política, conocido como La Violencia.
La Violencia: una reacción
De acuerdo con Pierre Ansart, la pasión colectiva por un líder, cuando muere por causas naturales, tiende a unir al colectivo en el dolor y los lazos se fortalecen a través del sufrimiento y el consuelo. Sin embargo, en un contexto de muerte súbita y violenta, este sentimiento puede ser rencoroso. En el caso de La Violencia, vemos indignación y revuelta.
Desde el día del Bogotazo, hubo aproximadamente tres mil muertes en la capital colombiana. Las muertes fueron violentas y era común que ocurrieran después de abusos sexuales y violaciones; además, era común que las cabezas fueran decapitadas.
Algunas de estas violencias bárbaras que ocurrieron fueron nombradas por sus especificidades. Bocachiquear, por ejemplo, se refiere al pez bocachico. Esta práctica consistía en realizar cortes superficiales en el cuerpo de la víctima para que sangrara lentamente.
El Cristo campesino era más común y consistía en atar a hombres con los brazos hacia atrás y violar a las mujeres de la casa en su presencia. Así, todos eran deshumanizados, pasando por momentos de terror antes de ser asesinados.
La abominable violencia generada por la revuelta popular fue un levantamiento enérgico, por decir lo menos. Como señala Ricardo Arias (1998), fue la expresión de las pasiones más insanas y de los instintos más primitivos.
Solo diez años después, en 1958, según James Zackrison (1989), se puso a prueba una solución de manera sistemática. La creación de la Frente Nacional fue la unión entre los Partidos Liberal y Conservador.
Los dos partidos instituyeron, de forma legal y supuestamente legítima, la repartición del poder. Durante un período de 16 años, cada uno gobernaría durante 4 años. Las elecciones no elegirían más a un partido, sino solo al candidato dentro del partido que, como estaba previsto, asumiría el gobierno. Así, se inició un período de gobierno conciliatorio, con el fin de calmar y controlar a la población.
Para Fidel Castro, uno de los mayores líderes de la historia cubana, el Partido Liberal fue un traidor del pueblo. En lugar de construir propuestas de paz, contribuyó a la caza de los revoltosos, incitando así a la violencia.
Y fue con el apoyo de las Fuerzas Armadas que las cuadrillas, que se formaban especialmente en las zonas rurales y que eran organizaciones populares responsables de parte de la violencia generalizada, fueron derrotadas.
A modo de conclusión
A pesar de que el caos mayor fue controlado, las sumisiones y los acuerdos hechos durante el período de La Violencia dejan consecuencias. Ricardo Arias señala que, aún en la década de 1990, por ejemplo, el gobierno colombiano recibía presión internacional para la institución y la seguridad de los derechos humanos en el país.
No es de extrañar que esta historia aún atormente el imaginario nacional. Después de todo, el conflicto no se dio exactamente contra un gobierno. El episodio de violencia que se desencadenó en Colombia fue una expresión de lo que los años de negligencia hacia las poblaciones subordinadas —pobres, pequeños campesinos, protestantes— representaron.
Para que este escenario cambie, aún hay mucho trabajo por hacer. Colombia intenta, como puede, no perder de vista su historia y, por eso, celebra el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado el 9 de abril.
Referencias
ARIAS, Ricardo. Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial. Historia Crítica, nº 17, jul.-dez., 1998. pp. 39-46.
CARVALHO, Annelise. O 9 de abril de 1948: Tragédia política e motim urbano na Colômbia. 2017. Dissertação (Mestrado) – Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas, Universidade de São Paulo, São Paulo, 2017.
SUSIN, Ivania. !Mataron a Gaitán! Aspectos visuais da violência do Bogotazo. Colômbia, 1984. Revista TEL, Irati, v. 9, n. 2, jul.-dez. 2018. pp. 43-54.
ZACKRISON, James. La Violencia in Colombia: An Anomaly in Terrorism. Journal of Conflict Studies, 9(4). 1989. pp. 05-18.